En estos dos barrios de Kennedy se incuban los nuevos ‘Bronx’
Distrito asegura que ya se adelantan trabajos de inteligencias en zonas tomadas por la inseguridad.
Distrito asegura que ya se adelantan trabajos de inteligencias en zonas tomadas por la inseguridad.
—¿Dónde queda el ‘Cartuchito’? –pregunta el periodista en la esquina de la diagonal 38 sur con transversal 81G, costado norte de Corabastos, barrio María Paz.
—¿Qué necesita, lo acompaño? –responde el habitante de la calle, animoso, tras soltar un costal lleno de cartón. Alrededor, hombres y mujeres, de vestiduras ennegrecidas y rotas, y caras igual de trajinadas, escarban entre pilas de basura.
—No, gracias, pero ¿por aquí sí es el ‘Cartuchito’?
—Sí, en la otra cuadra, ¿qué necesita, comprar bareta? Vamos lo llevo.
—Gracias, ahora no.
Los carros zigzaguean, apenas tocando el acelerador, para sortear los obstáculos de la vía: basura, carretas, perros malolientes en busca de un sobrado. Es la diagonal 38 sur.
Como lo anticipó el sujeto del costal, en la transversal 81G bis aparece el que los entendidos denominan como el ‘Cartuchito’. Si la 38 es un caos, habría que buscar en el infierno de Dante para definir esta calle, convertida en callejón por el hormiguero de consumidores que allí reposan y transan. Sobre el pavimento, un tapete de residuos y desechos de todo cariz.
—Vamo a prenderlo ya, perra –invita un muchacho de unos 20 años.
—Espere, perro, voy a dejar esto y vuelvo –responde su compañera de vicio, de camiseta azul (agujereada como un colador), enarbolando una bolsa negra con papel para reciclar. En la otra mano, un bareto.
—Muévale que aquí la espero –concede el joven.
De esquina a esquina huele a perro, a humedad, a basuco, a marihuana. A lo largo, cinco bodegas atestadas de material reciclado hacen acopio de lo que traen hombres y mujeres, y así mismo, tres puertas se tragan, ‘sin dar boleta’, a individuos que no vuelven a salir quién sabe hasta qué hora. No solo acceden andrajosos, también lo hacen otros de aspecto corriente. Son tipos los que abren y permiten el ingreso.
Otros, en la acera, cobijados por la atmósfera de tolerancia, le echan fogonazos a sus pipas. “La banda del rebusque”, se lee en una inscripción plasmada con aerosol. Esta calle es tan pesada que ni Google Street View la registró en fotos.
De regreso en la 38 sur, esta vez en la esquina de la transversal 81D, dos agentes motorizados estacionan y abordan a tres sujetos que se disponen a consumir basuco. Les piden sus cédulas y tras confirmar antecedentes vía electrónica les quitan sus pipas.
—Sí, en la otra cuadra, ¿qué necesita, comprar bareta? Vamos lo llevo.
—Gracias, ahora no.
Los carros zigzaguean, apenas tocando el acelerador, para sortear los obstáculos de la vía: basura, carretas, perros malolientes en busca de un sobrado. Es la diagonal 38 sur.
Como lo anticipó el sujeto del costal, en la transversal 81G bis aparece el que los entendidos denominan como el ‘Cartuchito’. Si la 38 es un caos, habría que buscar en el infierno de Dante para definir esta calle, convertida en callejón por el hormiguero de consumidores que allí reposan y transan. Sobre el pavimento, un tapete de residuos y desechos de todo cariz.
—Vamo a prenderlo ya, perra –invita un muchacho de unos 20 años.
—Espere, perro, voy a dejar esto y vuelvo –responde su compañera de vicio, de camiseta azul (agujereada como un colador), enarbolando una bolsa negra con papel para reciclar. En la otra mano, un bareto.
—Muévale que aquí la espero –concede el joven.
De esquina a esquina huele a perro, a humedad, a basuco, a marihuana. A lo largo, cinco bodegas atestadas de material reciclado hacen acopio de lo que traen hombres y mujeres, y así mismo, tres puertas se tragan, ‘sin dar boleta’, a individuos que no vuelven a salir quién sabe hasta qué hora. No solo acceden andrajosos, también lo hacen otros de aspecto corriente. Son tipos los que abren y permiten el ingreso.
Otros, en la acera, cobijados por la atmósfera de tolerancia, le echan fogonazos a sus pipas. “La banda del rebusque”, se lee en una inscripción plasmada con aerosol. Esta calle es tan pesada que ni Google Street View la registró en fotos.
De regreso en la 38 sur, esta vez en la esquina de la transversal 81D, dos agentes motorizados estacionan y abordan a tres sujetos que se disponen a consumir basuco. Les piden sus cédulas y tras confirmar antecedentes vía electrónica les quitan sus pipas.
“Tombos maric@!s. Cualquiera de esos les saca una miniuzi (subfusil) y los despacha por sapos”, masculla, desde la acera opuesta, un flaco de aspecto descuidado. Escupe y avanza entre el basural que cada día queda en el traspatio de Corabastos, donde a la misma hora (tres de la tarde), un mendigo parte trozos de yuca que recogió antes, los apila y luego clama: “Lleve yuca barata, barata”.
Es común ver niños de caras sucias, no mayores de seis años, que ayudan a su abuela a llenar con mandarinas maduras una bolsa blanca, recolectando las que se pueden salvar entre los desperdicios.
Mi opinión:
Esta crónica demuestra la realidad
que se vive en ciertos sectores de Bogotá, y creo que es bueno que se sepa que
no todos vivimos bien; por esta razón debemos prevenir y ser solidarios con
todas las personas que están a nuestro alrededor, especialmente aquellas
personas con baja autoestima, o, que sean mas susceptibles de ser
afectadas por algún tipo de vicio.
para prevenir estos problemas pueden acudir
a las autoridades pertinentes encargadas de prevenir conflictos principalmente
en niños y adolescentes.
Crónica tomada de:
http://www.eltiempo.com/bogota/historia-de-dos-barrios-de-kennedy-donde-se-incuban-los-nuevos-bronx-69148
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